Aunque se ha producido un crecimiento generalizado debido a la evolución positiva de la pandemia, los cambios en el sector inmobiliario han sido especialmente notorios, y lo han terminado de posicionar como uno de los más importantes a nivel de empleabilidad, con un aumento del 70% en los últimos 10 años según la Encuesta de Población Activa (EPA); unas cifras que casan con la estabilidad de la mayoría de las agencias inmobiliarias del país.
¿Pero cuáles son los motivos de este interés por trabajar en el sector? La remuneración juega un papel fundamental, con un techo elevado y que anima a ser ambiciosos; aunque varía mucho en función del asesor, se mantiene con números cercanos a los 30.000 euros de media, muy por encima del grueso de los demás sectores y subiendo. Es relevante también la flexibilidad, tanto en horarios como en presencialidad, y la sensación de autonomía y crecimiento personal con la que se identifican la mayoría. Al tratarse de un sector tan dinámico, siempre es necesario seguir aprendiendo y estar atentos a los posibles cambios que puedan producirse. Perfecto para aquellos que buscan una profesión diferente que les invite a cambiar en lugar de seguir una misma línea de trabajo.
Para disfrutar de la estabilidad de un buen asesor, es necesario desarrollar ciertas habilidades y características necesarias para triunfar en un entorno competitivo.
Mantenerse positivo y con los pies en la tierra.
Aunque los éxitos llegarán progresivamente, el camino no siempre será de rosas, así que mantener una actitud optimista y constante es imprescindible si no quieres fracasar. Está bien fijarnos objetivos para mantenernos motivados, pero no debemos pecar de ambiciosos e imponernos metas inalcanzables. Siempre será mejor empezar con pequeños pasos para no frustrarnos si no vemos los resultados esperados.
El inmueble nunca estará por encima de las personas.
Aunque es fácil pasarlo por alto, la confianza que el cliente deposita en su asesor no es gratis, hay que ganársela. La honestidad y los valores ayudan a las partes implicadas en una operación a tomar las mejores decisiones posibles sin miedo a equivocarse. Algún pequeño obsequio o un trato cercano pueden ser buenos detalles con los que conseguir acercarse al cliente.
Adaptabilidad e imagen.
Como ya hemos dicho, el sector inmobiliario es muy cambiante, y un asesor debe estar preparado para adaptarse con rapidez y eficacia. Hace unos años la comunicación era muy distinta: hoy en día hasta el negocio más pequeño debe tener una buena cobertura en redes para no caer en el olvido. Los asesores inmobiliarios necesitan promocionarse para poder llegar a más gente, pero no deben precipitarse: hacer las cosas a prisa puede conseguir el efecto contrario, darnos una imagen descuidada que repela a los clientes potenciales.
El conocimiento puede marcar la diferencia.
Un buen asesor no debe descuidar su formación, tanto al principio de su trayectoria como en el futuro, pues es importante conocer los cambios y las tendencias del sector, así como el entorno en el que opera. Aprender de las experiencias previas y de los errores es clave para no cometerlos dos veces, y si no prestamos atención, probablemente volvamos a fallar sin saber el porqué.
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