Sin saber nada sobre el mundo inmobiliario y por pura curiosidad, un día entré en la oficina de ÔKAM y ahí comprendí que este es mi lugar.
Más allá de vender propiedades, intento crear experiencias excepcionales, con un servicio personalizado, transparente y sobre todo, familiar, porque me dan la oportunidad de ser una parte activa en su día a día.
Para mí, es una profesión muy satisfactoria a nivel personal: puedo ayudar a las personas a lograr sus objetivos, a hacer realidad sus deseos, ¿qué más se puede pedir?